Nunca fue tarea fácil la de acercar la Historia al gran público. En los últimos años tiene el mérito de haberlo logrado la periodista y escritora Nieves Concostrina. Desde los micrófonos de la radio y desde las páginas de sus libros, la almeriense de Rodalquilar (como la gran Carmen de Burgos) saca más de una sonrisa a oyentes y lectores con su interpretación crítica y mordaz, a veces tierna, de la Historia. Critica y mordaz con autócratas y poderosos sin escrúpulos, tierna y cercana con subalternos y víctimas de abusos de todo tipo, que son los grandes olvidados del relato histórico.
Bajo este prisma, en Menudas Quijostorias, Nieves Concostrina aborda el Quijote, desde dentro y desde fuera, quitándole una capa de la pátina académica de los ríos de tinta que se han vertido y situándolo en un lugar en el que a Cervantes le habría gustado, en el de los lectores de a pie.
Menudas Quijostorias nos hace pasar un buen rato. El mérito de este libro es que es imposible leerlo sin una sonrisa, a veces una carcajada, como el Quijote.
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