martes, 8 de abril de 2025

"Misión Cervantes", de Brad Thor

Hoy el Cervantario aborda el tema de cómo cocinar un superventas con la receta del bestseller made in USA, a saber: se necesita un protagonista blanco y carismático, una compañera atractiva y discreta, una revelación capaz de cambiar el rumbo de la historia, un villano extremista, a ser posible ruso o árabe o chino, varios acertijos, códigos y extraños artefactos, escenarios exóticos y lugares cargados de historia, un ritmo rápido, con mucho diálogo y capítulos cortos, y un tema que genere controversia. Todo esto se cocina en menos de lo que canta un gallo, añadiendo un misterio inicial, con unos personajes a los que se les acaba el tiempo, con la alternancia de puntos de vista entre el protagonista y su antagonista para que parezca que el malo siempre está pisando los talones, con giros y revelaciones en cada capítulo y con un final en impactante pero verosímil. 

Esta es la receta que utilizó Dan Brown en 2003 para escribir El código da Vinci. Recuerdas el escándalo que generó entonces, con la Iglesia católica haciéndole el juego al autor y a las editoriales, incomprensiblemente tomando ficción por realidad (¿realidad católica?), con sesudas publicaciones que rebatían cada dato aparecido en la novela de Dan Brown, que al fin y al cabo era una obra de ficción y no un ensayo histórico erudito y documentado, retroalimentando así El código da Vinci hasta convertirla en la novela más vendida del siglo veintiuno. 

No la leíste entonces aunque lo harías años después, cuando la tormenta había pasado. La novela era de consumo rápido y además dejaba la sensación de que estabas aprendiendo algo. Era una fast food literaria. Ni qué decir tiene que sería el modelo de otras muchas novelas como es el caso de Misión Cervantes, de Brad Thor. Son dos novelas idénticas, cortadas por el mismo patrón, con los mismo ingredientes y las misma preparación, aunque a Brad Thor no le salió tan jugosa, económicamente hablando, como a Dan Brown. 

Cabe señalar que si este libro está en el Cervantario es únicamente por el título. Con cierto (desa)tino, la editorial española cambió el título para atrapar a incautos como el que esto suscribe. El original es The last patriot, título más adecuado habida cuenta del contenido. La novela se publicó en inglés 2008 y la tradujo al castellano Ricardo García Pérez para la editorial Martínez Roca, perteneciente a Planeta, que la publicaría en 2013. Misión Cervantes era una perfecta desconocida hasta que no hace mucho la encontraste polvorienta en un estante de la librería La Mandrágora. 

La obra se sitúa en el contexto de la guerra antiterrorista de EEUU contra Al-Qaeda-Afganistán-Irak-Irán-etcétera, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Un investigador descubre un secreto que puede dar un vuelco a la doctrina islámica. Por supuesto, hay musulmanes muy poderosos dispuestos a todo para que esto no salga a la luz. Casualmente, una pareja de exagentes de los cuerpos especiales de la Marina estadounidense se ven envueltos en el asunto cuando un asesino a sueldo trata de acabar con el investigador con una bomba en una calle de París. Los exagentes, que pasaban por allí, le salvan la vida. El asesino se llama Dodd, el investigador Nichols, la chica Tracy (a la que el autor aparta por un dolor de cabeza) y el héroe, alto y guapo y fuerte se llama Harvarth, protagonista asimismo de otras novelas de Brad Thor. Por si fuera poco, también están metidos en el asunto la CIA, el FBI, un poderoso jeque árabe y hasta el presidente de los Estados Unidos. 

El núcleo de la trama es muy rocambolesco. El investigador encuentra un precedente histórico en la lucha de EEUU contra el fundamentalismo islámico a principios del siglo XIX, siendo Thomas Jefferson Presidente de los EEUU (1801-1809). «Jefferson estaba convencido de que, algún día, el islam volvería y plantearía una amenaza aún mayor para los Estados Unidos», dice el investigador, quien echa mano de un acontecimiento poco conocido, la Guerra de Trípoli (1801-1805), que enfrentó a Estados Unidos con «las naciones islámicas de Trípoli, Túnez, Marruecos y Argelia, que constituían una amenaza peligrosa para la república norteamericana […] pues los piratas musulmanes eran el terror del Mediterráneo y de una franja del Atlántico norte en el siglo XVIII» (sic), debido a que atacaban a todo barco no musulmán para secuestrar a sus tripulantes. Jefferson, harto de pagar tanto rescate les declara la guerra. 

Aquí es donde entra en juego nuestro Cervantes y su Quijote. Jefferson, que era una persona culta y viajada, al parecer aprendió castellano exclusivamente para leer el Quijote «pues era esencial para conocer al enemigo musulmán» (sic!). Según Brad Thor, Jefferson pensaba que la clave estaba en la historia del cautivo del Quijote en la que Cervantes utiliza elementos autobiográficos de su cautiverio en Argel, pues «a Cervantes se le ocurrió la idea del Quijote mientras sufría cautiverio en una prisión bereber» (¡sic!). 

Estás a punto de desmayarte cuando Brad Thor da otra vuelta de tuerca, pues Jefferson, a la mitad de la lectura del Quijote, descubre un «criptograma ingeniosamente oculto» que obviamente logra descifrar, para eso es un tipo culto y viajado. Se trata un mensaje sobre la última revelación de la vida de Mahoma, omitida en el Corán, que bien podría cambiar el mundo islámico (¿Qué iba a cambiar la verdad revelada en El código da Vinci?) Así pues, se trata de encontrar ese mensaje que estaría en la edición que tenía Jefferson del Quijote, nada menos que una primera edición en la que dejó las notas del dichoso mensaje. 

¿Y cómo llegó esta revelación al Quijote? Rizando el rizo, aparece la figura de Al-Jazari, científico árabe del medievo que inventó un aparato para ocultar ese mensaje sobre la vida del profeta, el cual encontraría Cervantes (¡quinientos años después!) durante su cautiverio en Argel, para insertarlo cifrado en su Quijote. Ahora sí que te desmayas. Tras la recuperación llegas al final de Misión Cervantes desfondado y sin aliento, aunque feliz por haber terminado esta disparatada historia que no la arreglaría ni un encantamiento del sabio Frestón. 

No hay duda del trasfondo ideológico de la novela y del autor, situado en las posiciones más conservadoras del llamado choque de civilizaciones. Tampoco cabe duda de que The last patriot es un burdo artefacto propagandístico, tan obvio que produce sonrojo. No te extrañaría que muchos magos de hoy en día la tuviesen como libro de cabecera. Tampoco te sorprende leer que esta es la novela más polémica de Brad Thor por cuanto muchos la consideran una novela antiislamista. Incluso algunos comentaristas, con evidente cálculo comercial, lo han llegado a comparar nada menos que con Salman Rushdie (!), verdadero escritor, autor por cierto de un Quijote, amenazado de muerte por Irán e islamistas radicales desde 1989 por publicar la novela titulada Los versos satánicos.   

Dejas aquí la Misión Cervantes, cansado de tanta fast food y de tanta impostura histórica.




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