Qué duda cabe que sin el personaje de Sacho Panza, ni don Quijote ni la novela de Cervantes habrían llegado tan lejos. Don Quijote no se concibe sin Sancho Panza, como no se concibe a Sherlock Holmes sin el doctor Watson o a Frodo Bolsón sin Sam Gamyi. Son los personajes que equilibran al protagonista, su contrapunto y su complemento.
Sancho Panza representa el sentido común y los pies en la tierra frente al idealismo desbocado de don Quijote. No obstante, en Sancho Panza el idealista, Pere Foix profundiza en la idea de Unamuno de que a lo largo de la novela Sancho se quijotiza y llega a ser tan idealista como su andante caballero. Defiende que el labriego manchego no es el avaro pragmático que muchos señalan, sino que se contagia del espíritu de don Quijote.
Sancho es personaje de pensamiento agudo y aunque don Quijote le censura la cantidad de refranes que utiliza, no hay duda de que algunos son propios del mismísimo Marco Aurelio, como este que dice: «En donde reina la envidia no puede vivir la virtud, ni donde hay escasez la libertad».
Escribe Pere Foix que «el barbero Maese Nicolás, el bachiller Sansón Carrasco, el cura Pere Pérez, junto a los duques y a Antonio Moreno, son los que podríamos llamar los malos de la historia. Que igual queman libros, que hacen burla de don Quijote y Sancho. A Sancho le consideran tan loco como al propio don Quijote». El autor integra en su análisis el mundo de la política cuando señala que «siempre que surge, a través de la historia de un país cualquiera, un hombre con pretensión de redimir a sus semejantes, se alborotan los curas, los bachilleres, los duques y los ricachos. Porque entienden que solamente a ellos les es dado sacar provecho del trabajo y desvelo común, que a todos ha de pertenecer, solo ha de ser gastado por estos barbianes que se insolentan y piden a grito la degollina de todos los Quijotes y Sanchos, que tan malos ejemplos dan con sus irredentas salidas, yendo en busca de aventuras a fin de enderezar entuertos y velar para que la justicia reine en la Tierra y triunfe en elle la libertad».
Continúa Pere Foix ensalzando las virtudes de Sancho cuando lo envían a gobernar Barataria: «El burlador sale burlado ante la sensatez del buen Sancho, del Sancho discreto que sabe dar lecciones a bachilleres y licenciados, por la destreza y honra con la que gobierna la ínsula durante sus diez memorables días». Para Pere Foix, «lo bueno del loco de Sancho es que nunca pierde los estribos; siempre sabe lo que dice, lo que hace y a dónde va. Aun en los momentos de más locura sabe razonar discretamente». «Cada día te vas haciendo menos simple y más discreto», le dice don Quijote, a lo que Sancho responde: «algo se me ha de pegar de la discreción de vuestra merced».
En las páginas finales se dirige al propio Sancho para decirle: «De ser tenidos en cuenta tus sabios consejos en esta humanidad quejumbrosa, nuestras inquietudes respecto a la felicidad universal no existirían y en la Tierra no habría dictadores, falsos sacerdotes, corrupciones, ociosidad, maldicentes lenguas, esquivez y pobreza».
Es evidente que Sancho es el modelo humano para Pere Foix, al que utiliza para hacer crítica de la época que le ha tocado vivir. En su biografía está la clave para entender mejor el libro, porque el autor de estas páginas fue un idealista que durante toda su vida luchó contra las injusticias, como don Quijote y Sancho Panza, y también sufrió las persecuciones de curas, duques y ricachos.
Pere Foix nació en 1893 en un pueblo catalán. De joven se afilió al sindicato CNT y comenzó a defender los ideales anarquistas. Fue amigo de los líderes cenetistas Salvador Seguí o Ángel Pestaña. Pere Foix se exilió en Francia tras el golpe de Primo de Rivera en 1923 y tras su regreso pasó varias veces por la cárcel. Durante la Segunda República trabajó en la oficina de prensa de la recién restaurada Generalitat. Se salvó de las degollinas contra Quijotes y Sanchos de la guerra civil y volvió al exilio en 1939, primero en Francia, después en México. En este último país fue bien acogido por el gobierno de Lázaro Cárdenas, como lo fueron otros tantos intelectuales republicanos. Aquí desarrolló su labor como escritor publicando biografías de grandes personajes mexicanos como Benito Juárez, Pancho Villa o el propio Lázaro Cárdenas.También publicó Sancho el idealista en 1947, como homenaje a Cervantes en el cuarto centenario de su nacimiento.
El escritor mexicano Alfonso Reyes alabó este librito de 64 páginas que sería reeditado y publicado de nuevo en 1972 por Editores Mexicanos Unidos. Esta edición, con la fantástica portada de Alejandro Dimas, es la del Cervantario.
Pere Foix tuvo la fortuna que no tuvieron otros exiliados españoles. Vivió para ver el final de la dictadura franquista. Regresó a Barcelona en 1977 donde fallecería un año después.
«¡Ojalá todos los mortales fuéramos como Sancho Panza el bueno, el leal, el abnegado servidor de su señor!», exclama Pere Foix.