Salman Rushdie y Paul Auster son grandes amigos. Lo escribes en presente porque tienes la sensación de que Paul Auster todavía no se ha ido del todo. Los dos, nacidos en 1947, están en la lista de los escritores más importantes de los últimos tiempos. Ambos son grandes lectores que tienen en común su admiración por la obra de Cervantes. Paul Auster escribió una fascinante teoría sobre la autoría del Quijote en su novela Ciudad de Cristal, incluida en la Trilogía de Nueva York. Salman Rushdie fue más lejos publicando en 2019 una novela titulada Quijote, una extraordinaria reescritura en clave contemporánea del clásico cervantino.
Precisamente tres años después de publicar Quijote, en una conferencia en la que se disponía a hablar de los peligros del oficio de escritor y de la necesidad de protegerlos, Salman Rushdie fue atacado salvajemente por un fundamentalista islámico. Gracias a los dioses del Olimpo, a los médicos que lo trataron, y a sus familiares y amigos que no se separaron de él ni un segundo, Salman Rushdie sobrevivió a las gravísimas heridas que le provocó este energúmeno (“asno asesino” lo llama en su libro Cuchillo) que no había olvidado la fatwa (una terrorífica condena a muerte) contra el escritor por la publicación en 1989 de una novela titulada Los versos satánicos. Al parecer, la novela había ofendido al Ayatolá Jomeini, líder supremo iraní, que fue quien emitió la fatwa, un llamamiento a todos los musulmanes del mundo para asesinarlo. Salman Rushdie vivió durante muchos años bajo esta amenaza, obligado a ocultarse y a llevar protección. Escritores y artistas de todo el mundo salieron en su defensa porque su lucha era la lucha de la libertad. Uno de los más destacados fue Paul Auster, quien escribió en 1993 “Plegaria por Salman Rushdie”, que incluiría en su obra Experimentos con la verdad.
La plegaria de Auster comienza así:«Cuando esta mañana me he sentado a escribir, lo primero que he hecho ha sido pensar en Salman Rushdie. Durante cuatro años y medio es algo que he hecho cada mañana, y en la actualidad constituye una parte esencial de mi rutina diaria. Cojo la pluma, y antes de comenzar a escribir pienso en mi colega que está al otro lado del océano. Rezo para que siga viviendo otras veinticuatro horas. Rezo para que sus escoltas ingleses le mantengan escondido de la gente que pretende matarle, los mismos que ya han matado a uno de sus traductores y herido a otro. Y, sobre todo, rezo para que llegue un día en que estas oraciones ya no sean necesarias, y Salman Rushdie pueda pasear por las calles del mundo con la misma libertad que yo».
Pasados los años parecía que así era. Salman Rushdie había sobrevivido a las amenazas. Habían pasado 33 años y ya no llevaba escolta. El asunto parecía parecía zanjado (el régimen iraní se había ido desmarcando extraoficialmente), cuando el “asno asesino” se abalanzó sobre él en el escenario en el que estaba a punto de comenzar su conferencia. Le asestó cuchilladas en la mano, en el pecho, en un ojo y en otras partes del cuerpo. Contra todo pronóstico, a sus 75 años, sobrevivió, aunque perdió el ojo. Tras la recuperación, Rushdie escribió un libro titulado Cuchillo, en el que reflexiona sobre el atentado y sobre el odio, pero sobre todo sobre amor que lo salvó de una muerte segura. Paul Auster fue uno de esos amigos que siempre estuvo a su lado, un Paul Auster que moriría dos años después pero que aún no se ha ido del todo.
Quijote te ha parecido una novela extraordinaria y su autor un portento de la literatura. Salman Rushdie escribe una novela memorable en la que trata de recuperar el espíritu de don Quijote, con un personaje que está fuera de lugar y que se enfrenta al absurdo del mundo que le ha tocado vivir. Ambos quijotes, el cervantino y el rushdino, viven en un mundo que ya no cree en ideales y realizan un viaje tanto físico como interior en busca de un sentido, de un amor y de una redención. Quijote es una crítica al renacido racismo contemporáneo, una relectura posmoderna y en cierto modo desencantada del mito cervantino, que satiriza el mundo de la posverdad alimentado por el odio que destilan las redes sociales.
El protagonista es Ismail Smile, un tipo ya entrado en años, que pierde el seso de tanto ver la televisión y se convierte en Quijote. En su locura se enamora de una celebridad televisiva llamada Salma R, nombre que, obviamente, remite al propio autor. Su misión es encontrar a su Dulcinea y declararle su amor, que sin duda, piensa que será correspondido. Por el camino, de su imaginación, cual costilla de Adán, aparece Sancho, su hijo, que tomará corporeidad carnal igual que Pinocho, gracias a la ayuda de un Pepito Grillo. Sancho acompañará a Quijote en sus disparatadas y sufridas aventuras a través de los Estados Unidos en dirección a Nueva York, ciudad en la que vive Salma R.
En este periplo, Quijote y su hijo Sancho, americanos de origen indio, van sufriendo agresiones derivadas del aumento del racismo y la xenofobia desatada a partir del triunfo de Donald Trump en las elecciones de 2016. La novela se sitúa cronológicamente en los años de su primer mandato presidencial. Este renacer del fascismo es uno de los temas clave de la novela. Otro tema relevante es el consumo de fentanilo, una de las epidemias que asolan Estados Unidos, al que es adicta Salma R. y que precisamente distribuye el Dr. Smile, el primo millonario de Quijote. Precisamente Quijote es uno de sus comerciales hasta que lo despide debido al grado de locura que ha alcanzado. El tercer tema importante de la novela son las relaciones familiares, sobre todo entre hermanos, pues Quijote tiene una hermana a la que llama La Cama Elástica de la que se separó hace muchos años y con la que pretende reconciliarse.
Uno de las juegos más interesantes que introduce Salman Rushdie en la novela es el metaliterario. Salman Rushdie inventa a su Cide Hamete Benengeli particular, llamado Sam DuChamp, alias Hermano. A diferencia del narrador del Quijote cervantino, que apenas aparece en la narración, Hermano es protagonista fundamental del libro, estableciendo conexiones entre la realidad y la ficción. De hecho, en la novela se muestra la mala relación con su hijo, y con su hermana, que el narrador Sam DuChamp, utiliza para construir la trama que está escribiendo. Esta última relación ocupa un capítulo destacado, cuando tras diagnosticarle un cáncer a la hermana, Hermano viaja a Londres y le lleva el fentanilo que ella le pide para soportar el dolor. Durante la visita reflexiona sobre la novela que está escribiendo, toma notas desde el hospital en el que la acompaña, y le habla de ella.
«Le contó que quería enfrentarse a la destructora y aturdida cultura basura de su época igual que Cervantes había ido a la guerra contra la cultura basura de su tiempo. Le contó también que estaba intentando escribir sobre un amor obsesivo e imposible, sobre las relaciones entre padres e hijos, sobre las peleas entre hermanos, y sí, sobre cosas impersonales; sobre los inmigrantes indios, el racismo que sufrían y los maleantes que había entre ellos: sobre ciberespías, ciencia ficción y el entretejimiento de las realidades ficticias y “reales” sobre la muerte del autor y el fin del mundo. Le dijo que quería incorporar elementos de parodia, de sátira y de pastiche».
Este es el resumen de Quijote. Salman Rushdie reseña su propia novela dentro del espacio de ficción. Este es otro de los puntos de encuentro con Paul Auster a quien fascinaban estos juegos metaliterarios de la novela dentro de la novela, del proceso de construcción novelístico, y de los elementos de la realidad que pasan a la ficción y cómo estos influyen en la realidad. En La noche del oráculo, Paul Auster entreteje una historia en la que ficción toma elementos de la realidad, y al final es la ficción la que transforma esa realidad en un juego de ida y vuelta. En esto Miguel de Cervantes también fue pionero cuando lo puso en práctica por primera vez en el Quijote.
Salman Rushdie termina Quijote con dos capítulos memorables. Uno en el que cierra la historia del autor, cuando tras la muerte de su hermana, este se reconcilia con su hijo a través de un viaje por carretera, pero a la inversa del que hacen Quijote y Sancho en la ficción, es decir, hacia el Oeste, pasando por los lugares que aparecen en la ficción escrita por el autor, enmendando la plana a los personajes ficticios y enfrentándose a los insultos y a las agresiones racistas. «Quería encontrar un final mejor para sí mismo y para Hijo que el que había podido darles a Sancho y a Quijote».
El último capítulo, el veintiuno, Sam DuChamp, alias Hermano, alias Autor, cierra la novela de Quijote con un final apocalíptico de ciencia ficción, en el que la Nada está engullendo el mundo, como en La historia interminable de Michael Ende. En estas circunstancias, un Quijote que aparentemente recupera la cordura en un mundo totalmente desquiciado, tiene la oportunidad de demostrar su amor y su valentía tratando de salvar a su amada Salma R. en un final maravilloso.
Sin duda Salman Rushdie ha sabido escribir una novela a la altura del modelo utilizado, en un precioso homenaje a Cervantes y a Don Quijote de la Mancha. En un momento dado, Sam DuChamp le dice a su hijo: «Creo que es legítimo que una obra de arte creada en el presente afirme que nos está lisiando la cultura que hemos construido y, sobre todo, sus elementos más populares. Y también la ignorancia y la intolerancia».
Traducción del inglés de Javier Calvo
No hay comentarios:
Publicar un comentario