La biografía de Miguel de Cervantes de Gregorio Mayáns y Síscar fue la primera dedicada al autor del Quijote. Habían pasado 120 años desde su muerte. Fue redactada en 1737, en tiempos del Felipe V, a petición de un inglés, el Barón de Carteret, para incluirla como prólogo a una edición del Quijote que pretendía imprimir en Londres. Mayans, a la sazón bibliotecario real, era una de las plumas destacadas de la España de la época, a decir del propio Barón de Carteret.
Es asombroso que en aquellos tiempos de la primera mitad del Siglo de las Luces hubiese lumbreras en Francia que consideraran el Quijote de Avellaneda superior al de Cervantes. Más asombroso aún es que esa tendencia llegase a la desnortada España de los primeros borbones. Si venía de la France sería cierto. Tendrían que ser los ingleses, paradojas de la historia, los que dieran la vuelta a semejante desatino. Poco antes habían hecho una peineta a franceses y españoles instalándose en Gibraltar y en Menorca. No obstante, a ellos habría que agradecer la primera biografía cervantina y que colocaran al Quijote de Cervantes en el lugar que le correspondía, esto es, en la cima. Había vida en España más allá de la leyenda negra.
En esta breve biografía, Mayáns aborda episodios clave y de sobra conocidos de la vida del escritor, como su participación en la batalla de Lepanto, su cautiverio en Argel y su posterior dedicación a la literatura. Lo hace a través de los datos extraídos de los propios textos de Cervantes, dándolos por ciertos y verídicos y extrayendo conclusiones a veces erróneas, como que nació en Madrid en 1549. El disparo no dio en el blanco pero tampoco se fue muy lejos. Aunque la obra tiene un valor histórico por ser pionera, su contenido tiene inexactitudes y lagunas. A pesar de todo, refleja la importancia creciente del autor del Quijote en el siglo XVIII. Y, por supuesto, la obra de Mayáns sentó las bases de investigaciones más completas sobre su vida y obra en los siglos posteriores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario