martes, 11 de febrero de 2025

"Cervantes en Barcelona", de Martín de Riquer



Martín de Riquer
es uno de los filólogos cervantistas más importantes, seguramente el más conocido junto a Francisco Rico. Suya fue la primera edición comentada que leíste del Quijote. Este ilustre barcelonés, que vivió casi cien años (1914-2013), fue Catedrático de Literatura de la Universidad de Barcelona y miembro de la Real Academia Española de la Lengua desde 1965. Sus estudios y publicaciones versan fundamentalmente sobre el mundo caballeresco medieval, y, por supuesto, sobre el Quijote y Cervantes. Este librito de tu Cervantario, de 132 páginas, que publicó Acantilado en 2005, es una reedición del publicado por la editorial Sirmio en 1989. Cervantes en Barcelona recoge a lo largo de diez capítulos las investigaciones de Martín de Riquer sobre el tema. Ante la escasísima documentación histórica existente, el filólogo analiza los pasajes de la obra de Cervantes en los que aparece Barcelona, con sus lugares, personajes y acontecimientos, y los compara con las noticias históricas existentes sobre la ciudad en el tiempo cervantino. 

En una de las paradas del trayecto investigador, Martín de Riquer aborda la cronología interna del Quijote. Según Riquer, la acción del Quijote transcurre en el verano de 1614. Esta afirmación procede de las continuas vaguedades cronológicas de Cervantes, hasta que en la segunda parte no le queda más remedio que situar la acción después de la publicación del Quijote de Avellaneda, es decir, a mediados de 1614. «Cervantes se propuso responder a su rival y desacreditarlo desde su misma novela. Por lo que la acción de esta no podía ocurrir antes de la aparición de la continuación apócrifa». Si tenemos en cuenta que pasa un mes, más o menos, entre la segunda y la tercera salida de don Quijote de su aldea, no queda otra que aceptar que la acción del Quijote se desarrolla en el año 1614, dándose la paradoja de que el célebre “no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo…” del inicio de la primera parte, se desarrolla en realidad en un tiempo futuro, es decir que lo escrito antes de 1605 tiene lugar nueve años después, pero claro, cuando Cervantes escribió la primera parte todavía no lo sabía. «Esto era perfectamente posible porque en la primera parte no afirmó nunca en qué año ocurría la acción. Él gobernaba en su libro, y su cronología tenemos que determinarla desde atrás: desde el momento que Sancho escribe a su mujer el 20 de julio de 1614, hay que concluir que las aventuras de don Quijote a partir de la primera salida se iniciaron en el verano de aquel mismo año». 

En Cervantes en Barcelona se abordan aspectos como la conocida Casa de Cervantes de Barcelona, las galeras del puerto, las fiestas populares o el bandolerismo catalán de la época, con Perot Rocaguinarda, el Roque Guinarda del Quijote. Concluye Martín de Riquer que Cervantes pudo visitar en dos ocasiones la ciudad Condal, una en 1569 y otra en 1610. La primera, tenía 22 años. Es posible que huyendo de la justicia real tras tener el altercado con el tal Sigura, funcionario del rey al que dejó malherido, recalara en Barcelona unos días antes de embarcarse a Italia. Esta ocasión es la que utiliza Carlos Luria para armar la trama de El hidalgo que nunca regresó. La segunda, más plausible que la primera, fue cuando Cervantes contaba con 62 años. En esta ocasión llegaría hasta Barcelona para entrevistarse con el Conde de Lemos, con quien quería embarcar para Nápoles. Para disgusto del escritor, ya famoso por entonces, no llegó a verlo y no se embarcó, pero pasó unos meses en la ciudad empapándose de lo que allí acontecía, experiencia grata que más tarde utilizaría en la segunda parte del Quijote, en las Novelas ejemplares y su Persiles. Y aunque no llegó a verlo en Barcelona, el Conde de Lemos se convertiría en su mecenas desde 1613. A él están dedicada su últimas obras. 

«En el verano de 1610 nuestro gran escritor residió en Barcelona, y si lo hizo en lo que los barceloneses llamamos la Casa de Cervantes, no pudo disponer de mejor observatorio para lo que narró en Las dos doncellas y en los capítulos LXI a LXIV de la segunda parte del Quijote».





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