martes, 1 de abril de 2025

"La aventura secreta de Cervantes", de Leandro Sagristà


La aventura secreta de Cervantes
comienza cuando Leandro Sagristà encuentra un viejo manuscrito firmado por un tal Antonio del Rincón. El autor lo reescribe y actualiza su lenguaje para poder publicarlo, cosa que hace en el centenariable año 2016 en la editorial Algar. 

La historia del manuscrito la narra el propio Rincón en 1641 desde la cárcel de Sevilla, guiño al origen del Quijote, para dejar testimonio de que él y su amigo Diego Velázquez fueron los personajes en los que se inspiró Miguel de Cervantes para escribir una de sus Novela ejemplares, la titulada Rinconete y Cortadillo. Rincón relata en primera persona cómo ambos llegaron a Sevilla y cómo el azar los colocó en el camino de Cervantes. 

Antonio del Rincón y Diego Velázquez son dos jóvenes quinceañeros que en la última década del siglo XVI se convierten en expertos jugadores de cartas que  despluman al primero que tiene la mala fortuna de cruzarse con ellos. Con esta habilidad salen de Trujillo en el año 1593 en busca de libertad y fortuna, como hicieran antes otros ilustres paisanos, y van a parar a la cosmopolita ciudad de Sevilla. Allí comienzan su carrera de pícaros estafadores profesionales protegidos por la Hermandad de la Garduña, rebautizados como Rinconete y Cortadillo, el primero por el apellido, el segundo por las heridas que tiene en la cara. 

Pronto ganan renombre en la ciudad, y un día, un extraño los contrata para un pequeño encargo. Deben robarle a un funcionario la bolsa de la recaudación, que no es otro que Miguel de Cervantes, a la sazón Comisario Real de Abastos en la capital andaluza. En realidad, lo que se esconde tras el robo es su intento de asesinato, pero los jóvenes no son conscientes. El malvado plan fracasa. Cervantes se defiende bien con la espada y se lleva inconsciente al joven Rincón con el fin de descubrir quién está detrás de todo. Tras destapar el engaño del que han sido víctimas, Rincón y Velázquez se ponen al servicio de Miguel de Cervantes.  

Cervantes tiene cierta fama y amigos en Sevilla, no en vano lleva residiendo allí de manera más o menos fija desde 1586. Uno de estos amigos es Tomás, el dueño de la posada en la que vive. En el proceso de las indagaciones, Cervantes y Rincón entablan amistad, y le enseña a escribir poemas, para lo que lee a los clásicos y a los grandes poetas hispanos como Garcilaso. De modo que Rincón, además de las armas, descubre las letras, aunque para él tengan un sentido más práctico: enamorar a Isabel, la hija del posadero. 

La intriga se resuelve tras las pesquisas que llevan a encontrar al enemigo de Cervantes, en un final intenso con espadas y sangre. Antonio del Rincón finalmente logrará casarse con Isabel y dejar la vida de truhan con el permiso de la Hermandad de la Garduña. 

Años más tarde, un viejo Cervantes dedicado a la literatura en cuerpo y alma, conviertirá a los dos jóvenes que conoció en Sevilla en personajes de ficción para su Rinconete y Cortadillo, publicada en 1613 junto al resto de Novelas ejemplares. Aunque en ella hay ciertas licencias que se tomará el autor de Quijote, como en la procedencia de los protagonistas, que en la ficción llegan a Sevilla procedentes de Toledo; o el nombre de la Hermandad de la Garduña reconvertida en el Patio de Monipodio, personaje que controla la actividad ilícita y criminal de Sevilla, con los protagonistas intentando compensar sus fechorías con donaciones a la iglesia para salvar su alma. En Rinconete y Cortadillo el final se queda abierto. Cervantes no cuenta si los dos amigos dejaron el hampa y se enderezaron. Algunos piensan que Cervantes tenía previsto continuarla, cosa que nunca hizo. En la historia que relata Leandro Sagristà sí que se conoce el final de los dos amigos. 

La aventura secreta de Cervantes es una novela bien escrita, con ritmo y un lenguaje rico y preciso, con un Cervantes retratado como un personaje honesto, inteligente, valiente y hábil en el manejo de la espada y por supuesto de la pluma. Leandro Sagristà escribe una estupenda novela que enriquece el universo cervantista y seguramente también a sus potenciales lectores. 




martes, 25 de marzo de 2025

"Los refranes esotéricos del Quijote" de Julio Peradejordi



El universo cervantista es infinito y uno no sabe lo que se puede encontrar cuando se adentra en la selva de publicaciones relacionadas con el Quijote o con su autor. Una de estas rarezas es la que encontraste hace unos años en la librería Bazar del TBO, uno de los  paraísos de ocasión de los que se alimenta el Cervantario. Se trata de un librito de ciento siete páginas titulado Los refranes esotéricos del Quijote, de Julio Peradejordi, publicado, cómo no, en el año 2005 por Ediciones Obelisco. 

El autor parte de la premisa de que Cervantes era, si no judío, cosa harto improbable en la imperial España de Felipe II, sí judeoconverso o marrano, afirmación que deduce, que ya es mucho deducir, por el oficio del padre de Cervantes, que era barbero, profesión que en aquellos tiempos iba más allá de cortar el pelo y la barba, pues un barbero hacía las veces de dentista, médico y cirujano, todo sin anestesia y sin mucho conocimiento; y aunque no exclusivo, sí era oficio relativamente común entre la comunidad sefardí. Huelga decir que los judíos hispanos fueron expulsados por los muy católicos reyes Isabel y Fernando ciento trece años antes de la publicación del Quijote, y que los que quedaron, no muchos, fueron los conversos-bautizados-libremente-en-la-fe-romana que tenían a la Inquisición en la puerta de su casa por si estornudaban en hebreo sefardí. 

Siguiendo estos contundentes razonamientos, señala Peradejordi que «el libro es un intento desesperado de comunicar in extremis una sabiduría condenada a desaparecer», y que «Cervantes tiene que hablar en clave si no quiere ser tildado de judaizante», es decir, que un Cervantes clandestino descendiente de judeoconversos escribió el Quijote en clave para transmitir un mensaje oculto que solo podía ser descifrado a la luz de la Cábala. «Considero que el texto de El Quijote es la excusa para decir lo que no puede ser dicho y que Cervantes nos ofrece suficientes pistas para que le leamos con otros ojos». 

Eso se propone Julio Peradejordi en esta obra, desentrañar el mensaje oculto del Quijote, aunque se centra solamente en algunos refranes y en algunas expresiones que aparecen en la obra. Por ejemplo, llega a afirmar que los errores que han señalado muchos cervantistas en el Quijote no son tales, «sino guiños que brinda al lector atento y conocedor de la Cábala». Los rocambolescos argumentos que defiende el autor para justificar estas afirmaciones son del tipo «cuando Sancho habla de “el cris del sol y de la luna”, no se refiere al eclipse, como dice don Quijote en la frase siguiente, sino al crisol de los alquimistas» (sic). 

Con estos mimbres cabalísticos, el autor aborda las hipótesis sobre el nombre y la patria de don Quijote, y sobre algunos refranes que aparecen en la obra (y, sorpresa, también que no aparecen). Sobre la patria realiza otra de esas afirmaciones antológicas de las que está plagado el libro. Señala que Cervantes eligió La Mancha porque «resultaba ideal para alguien que está “manchado”, o sea alguien cuya “sangre no está limpia”, es decir que no es un “cristiano viejo”» (sic). 

Y así todo el libro, que seguramente solo podrán disfrutar aquellos lectores acostumbrados a leer a la luz de la Cábala, lo que no es tu caso. No obstante, de tu lectura forzosamente oblicua y poco iluminada, extraes la conclusión, seguramente equivocada, de que quien busca cinco pies al gato, acaba encontrándoselos, y que quien mucho escudriña, mucho se imagina. 



miércoles, 12 de marzo de 2025

"Don Kijote Mantxa’ko", el Quijote vasco, traducido por Pedro Berrondo Lasarte



Te acuerdas de una intervención del Presidente Zapatero en el Congreso de los Diputados defendiendo el Quijote como obra universal y amalgama de los pueblos de España, y al portavoz del PNV, Iñaki Anasagasti, replicándole que no era casualidad que don Quijote perdiera todas las batallas salvo la del vizcaíno, que terminó con sus huesos en tierra derribado por la espada del hidalgo manchego (momento en eterno suspenso gracias a la genialidad de Cervantes). Tuvo que ser en 2005, año del centenario, cuando ocurrió esto, tal vez en 2004, con un Zapatero recién llegado a la Moncloa. En cualquier caso, recuerdas que los líderes de los diferentes partidos salieron a la palestra con el Quijote debajo del brazo y lo utilizaron para arrimar el ascua a su sardina. Un espectáculo irrepetible. 

Tiempo después, en agosto de 2006, viajaste al País Vasco por vez primera, aprovechando que cuatro meses antes, el 22 de marzo, la banda terrorista ETA anunciaba un “alto el fuego permanente”. Con esta aparente tranquilidad (la tregua la rompería ETA en diciembre de ese mismo año con un atentado en la T4 de Barajas) visitaste pueblos de la costa vasca, lugares históricos bien bonitos y bien cuidados y bien limpios y repletos de turistas (guiris y maketos) que aprovechaban la falsa tregua para visitar tierras vascas. 

Te fascinaba la idea de que en la Isla de los Faisanes de Hondarribia hubiese estado Velázquez en su último año de vida trabajando en los preparativos de la Paz de los Pirineos; o que en Lekeitio estuviese veraneando Isabel II cuando estalló en 1868 la Revolución Gloriosa que la dejaría sin trono; o que en el pueblecito de Guetaria naciera Juan Sebastián Elcano, que tenía una estatua, qué menos, aunque no sus restos, que descansan para la eternidad en el fondo del Océano Pacífico, donde le llegó su hora en el segundo intento por circunnavegar el planeta (segundas partes nunca fueron buenas). 

La parada en San Sebastián fue de lo mejor del viaje. La primera sorpresa fue encontrar un espléndido monumento de don Quijote y Sancho al inicio de la no menos espléndida playa de la Concha, que no dejaste de mirar y de fotografiar (monumento y playa). Después te adentraste en la Parte Vieja para disfrutar del espectáculo de sus callejas empedradas y de sus vetustos edificios, testigos mudos de la época en que veranear era sinónimo de San Sebastián, con la real familia borbona y toda su corte dando lustre y pompa a la ciudad. En una librería de la Parte Vieja te hiciste con los dos tomazos de Don Kijote Mantxa’ko, el Quijote vasco. 

Mucho tiempo atrás, el 8 de enero de 1977, una semana antes de tu llegada al mundo, publicaba El País la noticia de que por fin el Quijote se había traducido al euskera. Semejante gesta corrió a cargo del sacerdote guipuzcoano Pedro Berrondo Lasarte (1919-2002). Hasta entonces solo se había traducido el capítulo en el que don Quijote se enfrenta al vizcaíno, que seguramente es el que más veces había leído Anasagasti. Pedro Berrondo lo tituló en euskera Don Kijote Mantxa’ko. Fue publicado en San Sebastián por el editor José Estornés Lasa en dos tomos (la primera parte en 1976, la segunda en 1985), y sería reeditado en 2005 por el Ministerio de Cultura y la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Este último es el que forma parte del Cervantario, en una edición en tapa dura con unas portadas absolutamente geniales. 

«Aurrera denok batera», decía tu amigo Fermín Aristu mientras caminabais por las calles de Donosti con el Kijote Mantxa´ko en la mochila.

                          

El Kijote Mantxa’co comienza así:

« Mantxa-aldeko erri kokkor batean, bere izenik ez nuke gogoratu nai, bizi zan denbora asko ez dala etxeko-seme bat: lantza altxa-tokian, adarga zaar, zaldi igar ta erbi-zakur dun oietakoa. Bere ondasuna, lauttik iru ontantxe zi joakion: eguneroko eltzekoa, beikia oparago airikia baño, zezinkia ta giaroa, zartagiko lodia larunbat oro, lentejak ostiralean, eta usakumearen bat igandetako goxagarri». 











 Monumento a don Quijote y Sancho en San Sebastián

miércoles, 5 de marzo de 2025

"El despertar de Cervantes", de Vicente Muñoz Puelles



El despertar de Cervantes es una novela corta de Vicente Muñoz Puelles publicada en 2016 por la editorial Anaya, destinada a acercar la figura del autor del Quijote a un público juvenil. 

El autor plantea una trama basada en la aparición del fantasma de Cervantes en la ciudad de Madrid en pleno siglo veintiuno. El motivo de este despertar es un hecho real: la búsqueda de Cervantes comenzada en 2014 y concluida un año después con la aparición de una parte de sus restos en la iglesia del convento de las Trinitarias de la capital. Estos se encontraron fragmentados y mezclados con los de otros dieciséis difuntos entre los que probablemente se encontrara su esposa Catalina. Parece que Cervantes fue perdiendo huesos en el traslado de su cadáver a finales del siglo XVII desde la antigua a la nueva iglesia de las Trinitarias construida en el mismo convento. 

En la novela, los operarios que lo buscan despiertan a Cervantes, que sale de su tumba como un fantasma corporizado al que lo único que lo diferencia de cualquier humano es que no tiene sombra. Cervantes, descalzo y en camisón, sale a reencontrarse con las calles del Barrio de las Letras de Madrid, su barrio, descubriendo los enormes cambios que se han producido en los cuatrocientos años que ha estado bajo tierra. Igual que en la fantástica escena de la serie el Ministerio del Tiempo, Cervantes se queda sin palabras al comprobar en qué se ha convertido su don Quijote. En el periplo va asumiendo este nuevo mundo y también su póstuma gloria, conociendo a personajes que le acompañarán en esta segunda vida. 

Personajes como Sindolfo Lanza, presidente de la Sociedad Cervantina que se desmaya cuando descubre que no tiene sombra. O Masile, un inmigrante maliense con quien entabla una gran amistad mientras le ayuda a sobrevivir. Lo hacen interpretando a Don Quijote y a Sancho Panza para los turistas en la Plaza de Santa Ana y en la Plaza Mayor, hasta que una compañía los ficha para que actúen en el teatro. Cervantes se convierte de esta manera en su propio  personaje. La sorpresa final se la lleva cuando un director alemán lo contrata para rodar una nueva versión del Quijote y en el rodaje se cruza con el fantasma de Orson Welles quien reconoce a Cervantes. Inmediatamente se hacen amigos y charlan de la obra que tanto obsesionó al director norteamericano. Ni qué decir tiene que esta película será la que no pudo terminar en vida, con un final memorable en el que don Quijote derrota al bachiller Carrasco. 

En un momento dado, Welles le dice a Cervantes: 
«La figura de don Quijote te atrapa y la de Sancho Panza te conquista para siempre. No se agotan sino que se convierten en fantasmas, como nosotros. Parecen desvanecerse como el celuloide de una película antigua pero siempre están ahí, entre la niebla, esperando volver».




Placa escultórica en el convento de las Trinitarias, donde está enterrado Cervantes. 


jueves, 27 de febrero de 2025

"Cancionero Cervantino", de Enrique Vázquez de Aldana



Miguel de Cervantes Saavedra nació el 29 de septiembre de 1547 en Alcalá de Henares. Cuatrocientos años después, en 1947, se publicaron numerosas obras con motivo el cuarto centenario de su nacimiento. Una de ellas fue este Cancionero Cervantino que recopiló Enrique Vázquez de Aldana, poeta cordobés nacido en la segunda mitad del siglo XIX y fallecido en Madrid en 1957. 

Vázquez de Aldana abre el libro con una loa a Cervantes: «Todo te pertenece, creador sin segundo, que fulguras con luz propia en la brillante constelación que forman Homero, Dante, Shakespeare, Milton y Virgilio… Tuyos son los inmarchitos laureles que perduran el en planeta, siempre fragantes, siempre lozanos…» 

El Cancionero Cervantino recoge los poemas de autores que, desde el Siglo de Oro hasta el momento de la publicación, dedican sus versos al genio complutense y a su inmortales personajes. De entre los más de ochenta autores reconoces los nombres de Quevedo, Rubén Darío, Menéndez Valdés, Pedro Luís de Gálvez, José Zorrilla, Javier de Burgos o los hermanos Álvarez Quintero. 

Quevedo titula el poema Testamento de Don Quijote
«Que embalsamado me lleven 
a reposar a la iglesia 
y que sobre mi sepulcro escriban 
esto en la piedra: Aquí yace Don Quijote 
el que en provincias diversas 
los tuertos vengó, y los bizcos 
a puro vivir a ciegas. 
A Sancho mando a las islas 
que gané con tanta guerra 
que si no queda rico 
aislado a lo menos queda…» 

Destaca la minoría absoluta de cuatro mujeres. Son Josefa Vidal de Leyva (1883-1908), Joaquina García Balsameda de González (1837-1911), María del Pilar Contreras (1861-1930) y Carolina de Soto y Corro (1860-1930). 

De María del Pilar Contreras se incluyen tres sonetos dedicados a tres de las figuras femeninas del Quijote: Dulcinea, Marcela y Maritornes. A las dos primeras las pinta como mujeres de gran belleza, aunque la primera más ideal y más pura, y la segunda más real y pecaminosa. 
«Mujer soñada que la mente crea 
para que el amor le rinda pleitesía, 
la vista en su belleza se extasía, 
 y el alma en sus virtudes se recrea», dice de Dulcinea. 
De Marcela: 
«Sus labios que al hablar destilan mieles 
producen en las almas hondos males 
sus ojos de miradas celestiales 
a fuerza de ser bellos son crueles». 
La pobre Maritormes se lleva la peor parte. En el segundo verso del soneto la llama «zafia fregona de grotesca hechura». No contenta con eso, continúa: 
«Te representas, moza descuidada 
por el amor a veces mal traído 
con tu olor a ensalada trasnochada.
Y tu burda camisa percudida.
La realidad grosera y descarnada.
La prosa miserable de la vida». 

Encuentras que Josefa Vidal se acercó a los círculos modernistas de principios del siglo XX y que publicó tres poemarios, y que su prometedora carrera se truncó muy joven, en 1908, cuando encontró la muerte tras su tercer parto. De esta joven autora cordobesa son estos versos, imbuidos del pesimismo existencial de los autores de la generación del 98: 
 «¡Qué bien hicieras, inmortal Don Quijote 
en volver a enristrar tu aguda lanza 
y en Rocinante cabalgando al trote 
en nueva lid entrar, cual fiero azote 
con tu fiel escudero Sancho Panza […] 
Ve como gime y sufre el desvalido 
Que en vano al poderoso el bien suplica; 
y ve como el imperio yace hundido 
de la pobre mujer que aún no ha sabido 
conquistarse el lugar que Dios le indica […] 
Sácanos de este obscuro y hondo abismo; 
Oye la tempestad que fiera acrece; 
Mira cuál se desquicia el honor mismo 
¡Ve que nos hace falta tu altruismo 
 para salvar al mundo que perece!» 

Otras sorpresa inesperada en este cancionero son los versos de Pedro Luis de Gálvez, poeta anarquista de la bohemia que acabaría fusilado en abril de 1940. Sorprende que Enrique Vázquez de Aldana incluyera el poema de este enemigo del régimen franquista cuando aún no había pasado ni una década del final de la guerra, aunque sin duda el soneto merecía ser incluido: 
«Desdichado poeta, genial aventurero; 
con la fachada grotesca, de cartón la celada; 
sin razón, sin camisa, sin gloria, sin dinero 
bajo el sol de Castilla por la encendida estrada. 
Lo traicionaron todos; el cura el barbero, 
la sobrina y el ama y en la venta encantada 
dos mozas del partido lo armaron caballero 
le calzaron espuelas y ciñeron espada. 
Luego que el posadero le dio el espaldarazo, 
salió a probar el temple de su acero y su brazo 
retando a los gigantes a singular pelea… 
Tuvo por solo premio, la burla y la derrota, 
Y en tanto que el buen Panza se abrazaba a la bota 
Don Quijote moría de amor por Dulcinea…».




Autores del Cancionero Cervantino












martes, 18 de febrero de 2025

"Vida de Cervantes", de Manuel de Montoliu


En el año 1947, con motivo del cuarto centenario del nacimiento de Miguel de Cervantes, Manuel de Montoliu escribió Vida de Cervantes. La publicó Seix Barral en una colección de biografías de personajes ilustres. Se tuvo que vender bien porque la edición de este Cervantario es la novena, publicada en 1949. Se trata de una biografía breve, de ochenta y siete páginas, destinada a los jóvenes de la época, encuadernada en pasta dura con letras doradas en huecorrelieve y con algunas páginas en su interior en papel couché que recogen imágenes relacionadas, más o menos, con Cervantes y su obra. 

Como señala Juan Palau en el prefacio: «Esta colección tiene por objeto poner de manifiesto el grado supremo de la actividad y la nobleza humanas, para que los jóvenes, tan inclinados por instinto a admirar todo lo que significa esfuerzo viril y heroísmo, gocen en la lectura de los hechos magníficos engendrados por el amor a la patria, el severo sentimiento del deber, el valor personal, el desprecio del peligro, la noble ambición, la encendida religiosidad o las maravillosas creaciones de la inteligencia». Aquí se enuncian claramente los valores del nuevo régimen dictatorial establecido ocho años antes, tras la victoria de Franco en la guerra civil. A Cervantes lo enmarcarían en la última de las premisas citadas. 

Manuel de Montoliu nació en Barcelona en 1877. Fue catedrático de literatura castellana en la Universidad de Barcelona y también lo fue en Buenos Aires en los años veinte. De familia aristocrática, Montoliu se posicionó en el bando franquista durante la guerra. Tenía setenta años cuando se publicó esta biografía, que no está entre sus obras más destacadas, pues seguramente fue un encargo de la editorial para llenar el hueco y aprovechar el centenario del nacimiento del autor del Quijote

La biografía se centra en los episodios más conocidos del escritor, obviando por completo los más controvertidos, como la trifulca que le llevó a salir de España en su juventud. De hecho se saca de la chistera que «El cardenal Julio Acquaviva conoció en Madrid a Cervantes y prendóse de sus buenas cualidades de hombre y de escritor, y aceptólo gustoso en su servicio. Así fue como Cervantes , hecho camarero de Julio Acquaviva, salió de España para Italia en diciembre de 1568». 

No tuvo que ser fácil para Manuel de Montoliu tapar al antihéroe de Miguel de Cervantes, a quien la mala estrella persiguió durante toda su vida, para destacar su heroísmo y su gloria. Es dudoso que su errante vida, con el duelo y posterior huida, el cautiverio argelino, las dos (tal vez tres) estancias en prisión, sus penurias económicas, y con una hija extramatrimonial de por medio, encajase en el modelo de ejemplo para la juventud que pretendían los próceres del régimen. Salvo su participación en la batalla de Lepanto contra los turcos, el heroísmo de Cervantes, y esto es lo que trata de resaltar Montoliu escondiendo todo lo demás, consistió en dedicarse finalmente a la literatura pese a todo. 

En las páginas finales, el biógrafo catalán resume así la vida del autor madrileño: «Cervantes pasó por el mundo obscuramente; tuvo sus amigos y adversarios como cualquier mortal; tuvo más desdichas que venturas y más penas que glorias, Tuvo también sus debilidades humanas y sus pasiones. Pero en medio de su vida agitada de soldado, de cautivo, de funcionario y de poeta menesteroso; en medio de su duro batallar con el destino, supo tener el heroísmo de resistir a los golpes de la fortuna y cumplió su misión, vertiendo por el conducto de su pluma, en sus obras inmortales aquel tesoro de que su cerebro era único depositario».




martes, 11 de febrero de 2025

"Cervantes en Barcelona", de Martín de Riquer



Martín de Riquer
es uno de los filólogos cervantistas más importantes, seguramente el más conocido junto a Francisco Rico. Suya fue la primera edición comentada que leíste del Quijote. Este ilustre barcelonés, que vivió casi cien años (1914-2013), fue Catedrático de Literatura de la Universidad de Barcelona y miembro de la Real Academia Española de la Lengua desde 1965. Sus estudios y publicaciones versan fundamentalmente sobre el mundo caballeresco medieval, y, por supuesto, sobre el Quijote y Cervantes. Este librito de tu Cervantario, de 132 páginas, que publicó Acantilado en 2005, es una reedición del publicado por la editorial Sirmio en 1989. Cervantes en Barcelona recoge a lo largo de diez capítulos las investigaciones de Martín de Riquer sobre el tema. Ante la escasísima documentación histórica existente, el filólogo analiza los pasajes de la obra de Cervantes en los que aparece Barcelona, con sus lugares, personajes y acontecimientos, y los compara con las noticias históricas existentes sobre la ciudad en el tiempo cervantino. 

En una de las paradas del trayecto investigador, Martín de Riquer aborda la cronología interna del Quijote. Según Riquer, la acción del Quijote transcurre en el verano de 1614. Esta afirmación procede de las continuas vaguedades cronológicas de Cervantes, hasta que en la segunda parte no le queda más remedio que situar la acción después de la publicación del Quijote de Avellaneda, es decir, a mediados de 1614. «Cervantes se propuso responder a su rival y desacreditarlo desde su misma novela. Por lo que la acción de esta no podía ocurrir antes de la aparición de la continuación apócrifa». Si tenemos en cuenta que pasa un mes, más o menos, entre la segunda y la tercera salida de don Quijote de su aldea, no queda otra que aceptar que la acción del Quijote se desarrolla en el año 1614, dándose la paradoja de que el célebre “no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo…” del inicio de la primera parte, se desarrolla en realidad en un tiempo futuro, es decir que lo escrito antes de 1605 tiene lugar nueve años después, pero claro, cuando Cervantes escribió la primera parte todavía no lo sabía. «Esto era perfectamente posible porque en la primera parte no afirmó nunca en qué año ocurría la acción. Él gobernaba en su libro, y su cronología tenemos que determinarla desde atrás: desde el momento que Sancho escribe a su mujer el 20 de julio de 1614, hay que concluir que las aventuras de don Quijote a partir de la primera salida se iniciaron en el verano de aquel mismo año». 

En Cervantes en Barcelona se abordan aspectos como la conocida Casa de Cervantes de Barcelona, las galeras del puerto, las fiestas populares o el bandolerismo catalán de la época, con Perot Rocaguinarda, el Roque Guinarda del Quijote. Concluye Martín de Riquer que Cervantes pudo visitar en dos ocasiones la ciudad Condal, una en 1569 y otra en 1610. La primera, tenía 22 años. Es posible que huyendo de la justicia real tras tener el altercado con el tal Sigura, funcionario del rey al que dejó malherido, recalara en Barcelona unos días antes de embarcarse a Italia. Esta ocasión es la que utiliza Carlos Luria para armar la trama de El hidalgo que nunca regresó. La segunda, más plausible que la primera, fue cuando Cervantes contaba con 62 años. En esta ocasión llegaría hasta Barcelona para entrevistarse con el Conde de Lemos, con quien quería embarcar para Nápoles. Para disgusto del escritor, ya famoso por entonces, no llegó a verlo y no se embarcó, pero pasó unos meses en la ciudad empapándose de lo que allí acontecía, experiencia grata que más tarde utilizaría en la segunda parte del Quijote, en las Novelas ejemplares y su Persiles. Y aunque no llegó a verlo en Barcelona, el Conde de Lemos se convertiría en su mecenas desde 1613. A él están dedicada su últimas obras. 

«En el verano de 1610 nuestro gran escritor residió en Barcelona, y si lo hizo en lo que los barceloneses llamamos la Casa de Cervantes, no pudo disponer de mejor observatorio para lo que narró en Las dos doncellas y en los capítulos LXI a LXIV de la segunda parte del Quijote».





miércoles, 5 de febrero de 2025

"El hidalgo que nunca regresó", de Carlos Luria



«Así que Miguel no tuvo más opción que construirse una ilusión que, con el tiempo, lograría hacerle estar seguro y protegido: su hogar se encontraba allí donde su madre desgranaba sus historias, ya fuera en Alcalá, Córdoba, Toledo, Sevilla o en cualquier otra parte, junto al fuego en invierno o bajo la sombra de un árbol en verano. Miguel no amaba las casas, amaba los cuentos, el suyo era por tanto un hogar mágico, eterno y confortable, puesto que la voz de su madre también era todas esas cosas».

El hidalgo que nunca regresó de Carlos Luria es una novela cervantista de amor y aventuras. El autor aprovecha un hipotético acontecimiento aceptado por los biógrafos de Miguel de Cervantes: su estancia en Barcelona en el año 1569, cuando contaba con veintidós años. Según esta hipótesis, Cervantes llegó hasta la ciudad Condal huyendo de la justicia real tras un duelo en el que dejó malherido a un funcionario del rey. Desde Barcelona pasaría a Italia refugiándose en tierras del Papa y posteriormente se embarcaría en la flota comandada por D. Juan de Austria. 


Carlos Luria utiliza este episodio para ficcionar esta efímera estancia de Cervantes en Barcelona. Lo hace con acierto, tejiendo un romance de capa y espada con el propio Cervantes como protagonista.
El romance comienza cuando Miguel salva a una joven barcelonesa de un secuestro. Se llama Dolça y con ella vivirá una breve pero intensa historia de amor. Se trata de un amor imposible que marcará (en la ficción) la vida del escritor del Quijote, no en vano la musa de su inmortal personaje tomará el nombre de esta joven catalana cuando Dolça se torna en Dulcinea. La capa y la espada salen a relucir con la persecución de la que es objeto el futuro escritor por parte de Mateo Sigura, padre del joven malherido que lo persigue en busca venganza. Para redondear la novela, la trama se enmarca en los preparativos de la armada que combatirá a los turcos en Lepanto, con los intentos por parte de éstos de diezmar la flota española con atentados en el puerto de Barcelona. 

Con estos mimbres, Luria sumerge al lector en una historia narrada en dos tiempos. Por un lado el viejo Cervantes, con un pie en el estribo, recibe la visita de Rocamaura, un catalán que investiga lo que ocurrió tiempo atrás en Barcelona. El encuentro se produce en una taberna madrileña, donde Cervantes le habla de esto y de otras muchas cosas. Por otro, la propia narración de los sucesos barceloneses en el año 1569 que marcarían la vida del escritor. 


La novela está perfectamente construida, con un lenguaje rico, un tono preciso y un ritmo creciente que logra mantener el interés hasta la última página. El hidalgo que nunca regresó de Carlos Luria es una novela cervantista a la altura de su protagonista. 

«Por eso yo —dice Cervantes silabeando mucho las palabras— he tomado como bueno el ejemplo de Sócrates, y he intentado dar a don Quijote el mejor rasgo de mi humanidad, que es el de encontrar contento en los quebrantos, acomodo en la escasez y alegría en el aprendizaje. Y confiar en la suerte, aunque ande esquiva».





sábado, 25 de enero de 2025

"Vida (y muertes) de Cervantes", de Stephen Marlowe



El verdadero nombre de Stephen Marlowe era Milton Lesser. Nació en Nueva York en 1928. Estudió Filosofía y pronto tuvo claro que sería escritor. Comenzó a escribir novelas de ciencia ficción a finales de los cuarenta. Poco tiempo después saltó al género negro creando al detective Chester Drum, bajo el pseudónimo de Stephen Marlowe, que ya nunca abandonaría. Publicó más de una veintena de novelas con Chester Drum como protagonista, cosechando cierto éxito en los años 50 y 60. Entre tanto, publicó bajo otros pseudónimos como Adam Chase, Andrew Frazer o Stephen Wilder, incluso firmó una novela como Ellery Queen. Murió en 2008 con 79 años, llegando a publicar cerca de un centenar de títulos a lo largo de su vida. 

Stephen Marlowe vivió en España durante varios años en la década de 1960, principalmente en Torremolinos. En esa época, la localidad malagueña era un lugar que atraía a artistas y escritores. Uno se podía cruzar por la calle nada menos que con Jean Cocteau, Orson Welles, Marlene Dietrich, Brigitte Bardot, Allen Ginsberg o Jack Kerouak. Durante su estancia en España, Marlowe se interesó por su historia y su cultura, lo que se reflejó en varias de sus obras, como Las memorias de Cristóbal Colón, de 1987 o La muerte y la vida de Miguel de Cervantes, publicada en Gran Bretaña en 1991. 

En España la publicó Plaza & Janes dos años después, en la traducción de José Luis Fernández de Villanueva y con el título de Vida (y muertes) de Cervantes. Esta es la edición de tu Cervantario. No entiendes el cambio de título en España ya que la estructura se corresponde más con el del original en inglés. La mitad de la novela está dedicada a “La muerte de Miguel de Cervantes”, es decir, a las veces que estuvo a punto de que lo mandaran al otro barrio durante su juventud, en Madrid, en Lepanto o en Argel. La segunda se titula “Vida de Cervantes” y narra desde que regresó a España tras su cautiverio hasta la publicación de la segunda parte del Quijote, poco antes de su fallecimiento el 22 de abril de 1616. 

Se trata de una novela extensa, de unas 600 páginas, y extraña, en la que el autor deja volar la imaginación para fabular con la biografía de Cervantes. Por ejemplo, lo emparenta nada menos que con Cristóbal Colón como antepasado suyo. Además, varios personajes recorren la novela al lado del protagonista, como su hermano pequeño Juan (Juan el Oscuro, le llama), que murió muy joven, o su hermana Andrea, a quien el autor imagina adoptada por los padres de Cervantes, o Cide Hamete Benengeli, personaje que le salva la vida en Argel para terminar convertido en el autor del Quijote. Incluso el narrador, que es el propio Cervantes, se desdobla en ocasiones para ofrecer una especie de diálogo entre Marlowe y Cervantes sobre el proceso de escritura. 

No sería fácil la ingente tarea de novelar la vida de un personaje tan vital e inquieto como Cervantes, siempre dando tumbos de un lado a otro, “cuántos caminos anduvo Cervantes, cuánta polvorienta trocha, cuánto sudor de agosto y cuántos hielos de febrero, cuánta arruinada venta, soledad y campo…”(Trapiello dixit). Cuenta el narrador: «Lo que aprendí acerca de escribir era fundamentalmente esto. Que la primera cosa que tiene que hacer un escritor de ficción es suspender voluntariamente —y no sólo voluntariamente, sino gozosamente— su propia incredulidad».

Stephen Marlowe sin duda se divirtió metiéndose en la piel de Miguel de Cervantes.

domingo, 12 de enero de 2025

"Cervantes [Don Quijote] Forges, un diálogo a través de las eras", de Antonio Fraguas "Forges"



Una de las maravillas  de tu Cervantario es este libro que recoge las viñetas que dedicó el gran Antonio Fraguas “Forges” a Cervantes y al Quijote. El libro recopila las obras que se pudieron ver en la exposición realizada en el Museo Casa Natal de Cervantes de Alcalá de Henares, entre junio y noviembre de 2016, con motivo del cuarto centenario de su fallecimiento. 

El libro incluye un texto de Forges en el que escribe: «Creo que tenía once años la primera vez que leí el Quijote. Era, claro, una edición para niños de la editorial Araluce, y así empezó mi caminar por la vida siguiendo la estela, unas veces de Alonso Quijano y las más, de Sancho Panza […] El Quijote es un libro que los lectores escriben cada vez que lo leen, porque siempre es un libro distinto; un libro que se amolda paulatinamente a las distintas vivencias del lector […] Soy consciente de que intento copiarle, porque Cervantes, para todos nosotros los humoristas gráficos es nuestro gran maestro”. Dos años después de esta exposición, el 18 de febrero de 2018, nos dejó el genial Antonio Fraguas “Forges”. 

Esta es una pequeña muestra de esta joya de Forges.















viernes, 3 de enero de 2025

"Don Quixot de la Mancha", el Quijote catalán, traducido por Antoni Bulbena i Tusell



Barcelona es una de tus ciudades literarias favoritas. Tiene la forma que le dio Manuel Vázquez Montalbán y Eduardo Mendoza, aunque también la han perfilado Carmen Laforet, Juan Marsé, Ildefonso Falcones, Carlos Ruiz Zafón y algunos otros. En Barcelona vive sus aventuras tu detective favorito, Pepe Carvalho, que tiene la manía de encender la chimenea con un libro de su biblioteca. La primera novela que quema el detective es el Quijote. La vida se impone a la literatura, como en la novela de Cervantes. Pepe Carvalho es un caballero andante que defiende unos ideales que el mundo está dejando atrás, siempre acompañado en sus andanzas por el inseparable Biscuter, su Sancho Panza particular. 

Barcelona es la ciudad de Pepe Carvalho, pero también ​​donde don Quijote vive uno de los episodios más significativos y tristes de su historia. Aquí se enfrenta al Caballero de la Blanca Luna, que en realidad es el estudiante Sansón Carrasco disfrazado, que ha planeado derrotarlo para obligarlo a abandonar su vida de caballero andante y regresar a su aldea. En esta ciudad don Quijote ve por primera vez el mar, un momento que lo llena de asombro. Sin embargo, el duelo perdido en la playa marca el comienzo del fin de sus ilusiones como caballero andante. Es uno de los momentos clave, ya que empieza a aceptar la realidad que había rechazado durante toda la obra. 

El 1 de enero de 2006 te hiciste con este ejemplar del Quijote en catalán en la librería La Central del Raval de Barcelona. La primera traducción la hizo Josep Maria de Sagarra en 1929. Esta traducción reforzó el catalán como lengua apta para transmitir las grandes obras de la literatura universal. A lo largo de los años se han realizado otras traducciones, como la de Antoni Bulbena i Tusell, recogida en esta edición publicada en 2005, cuyo inicio reza así: «A un poblet de la Mancha, que del seu nom no vull recordar-me, no fa gaire temps un d’aquells hidalgos de llança arrenconada, darga antica, rossí magre i llebrer corredor…».


 

 

  

                                             



lunes, 23 de diciembre de 2024

"El Quijote de Wellesley", de Javier Marías



Uno de tus autores favoritos es Javier Marías. Decía que cuando un escritor fallece su obra no tarda en olvidarse. Javier Marías murió el 11 de septiembre de 2022 sin hacer ruido. Parece un tópico pero no por eso es menos cierto: un autor fallece pero sigue vivo en su obra. Ni qué decir tiene no olvidas a Javier Marías, ni a tantos otros escritores que ocupan mucho espacio en tus estanterías y en tu mente, y que ya no están pero siguen estando, como Paul Auster o Úrsula K. Le Guin o Philip Roth o Almudena Grandes, o Roberto Bolaño, por citar a unos pocos de los muchos que hay.


La escritura de Javier Marías te fascina, tanto en las novelas como en los ensayos. Sigues leyendo sus columnas como hacías cada domingo. Aquí descubriste la influencia del Quijote en Javier Marías, en parte por la traducción que hizo de joven del Tristán Shamdy de Sterne, que tanto le debe a Cervantes, y viceversa. Poco después descubriste con emoción que Javier Marías había publicado un libro titulado El Quijote de Wellesley. Que uno de tus autores favoritos tuviese una publicación sobre uno de tus libros favoritos era señal de que no podía faltar en el Cervantario.  

El Quijote de Wellesley recoge las notas de un curso sobre el Quijote que impartió Javier Marías en el Wellesley College de Massachusetts, una universidad peculiar por cuanto tenía (y tiene) un alumnado exclusivamente femenino. Casualmente (o no) aquí también enseñó su padre, Julián Marías, a principios de los años cincuenta, y donde el propio Javier vivió durante su primer año de vida. «Antes que mi padre —escribe Marías en la Nota previa—, habían enseñado también Vladimir Nabokov y Jorge Guillén. Mi familia ocupó el mismo piso que el poeta español, justo debajo del que en su día había ocupado el novelista ruso. Así pues no coincidí en el tiempo con ellos, pero sí en el espacio, que es el principal depositario del tiempo».
 
Javier Marías tenía 33 años cuando tomó las notas para dar este curso sin intención de publicarlas. Pero en 2016, con motivo del cuarto centenario del fallecimiento de Cervantes, alguien lo convenció. «Mi intención al publicarlo es no regatearle a Cervantes un solo homenaje, por azaroso y pobre que sea este». 
El libro recoge interesantes observaciones sobre cada capítulo del Quijote, de entre las que destaco una, aunque podrían ser otras muchas: «Observar que, cada vez que Don Quijote regresa a casa, se siente derrotado y es víctima de lo que podríamos considerar el lado melancólico de su personalidad. El verdadero sentimiento de derrota no lo tiene antes, sino después de estar de nuevo en su casa...». Seguramente fueron mucho más ricas las reflexiones de viva voz de las clases que impartió el joven Marías a aquellas alumnas norteamericanas de 1984 que situaban la Mancha por vez primera en el mapa. 

Escribe Marías en la Nota previa: «Lo que se ve a las claras es cuáles fueron mis intenciones en aquella lectura, y cuáles son mis motivos para considerar esa novela la más rica y compleja que jamás se haya escrito. Me temo que esos motivos míos no coinciden con los de la mayoría de mis colegas novelistas, pretéritos o contemporáneos. Si algo prueba la vigencia del Quijote es la infinita cantidad de lecturas que de él pueden hacerse, a menudo opuestas y contradictorias. Esta es la mía, que no ha variado sustancialmente desde 1984».